El pasado septiembre tuve ocasión de visitar la comarca vizcaÃna de Uribe, de la mano de Jataondo, la oficina de desarrollo rural de la zona. Una de las experiencias que más llamó mi atención fue la visita a las oficinas de Crusoe Treasure, una especie de bodega submarina en la que se «envejecen» vinos y licores.
Uribe es una comarca que se extiende desde la costa de Bizkaia hasta el interior. Entre sus atractivos turÃsticos y gastrónomicos destacan los viñedos de txakoli de Bakio y Larrabetzu, el castillo de Butrón, playas para practicar surf, el Parque Museo del Deporte Rural Vasco, el bosque mágico Izenaduba...  y muchos más. Pero es bajo las aguas de la rÃa de Plentzia donde se esconde su tesoro más original.
Aunque no tenemos por costumbre escribir sobre bodegas y caldos como principales protagonistas de los artÃculos de este blog, he creÃdo que por las caracterÃsticas especiales de este producto merece la pena hacerle un sitio. Y no descarto volver a hacerlo. Al fin y al cabo, todo bocado necesita su maridaje.
Las cavas de esta peculiar bodega están sumergidas a 15 metros bajo el agua. Se trata de una iniciativa de Bajoelagua Factory, una empresa cuyo principal objetivo es «trabajar por el conocimiento del mar». Durante nuestra visita pudimos mantener una interesante charla con su gerente, Borja Saracho, quien nos explicó los fundamentos de esta iniciativa experimental que parece haber encontrado un hueco en el mercado gourmet de lujo.
Cuando digo que es una iniciativa peculiar, lo digo con argumentos sólidos. Junto con Bajoelagua Factory, la aventura esta liderada por el Laboratorio Submarino de Envejecimiento de Bebidas. Según sus propias palabras, «tras estudiar la impactante evolución de las bebidas bajo el mar, pretende crear arrecifes artificiales para la recuperación de zonas degradadas, financiados mediante la producción de bebidas submarinas de alta calidad. El respeto por el mar, y sus habitantes es el alma del proyecto Crusoe Treasure».
Curiosamente, parece que el proyecto a tenido que renunciar finalmente al término «envejecimiento», aparentemente por moticos de corte legal. En su defecto, ha acuñado un término muy acertado desde mi punto de vista: «atesoramiento». Creo que esa metáfora define bien el halo de romanticismo del que está rodeado el proyecto.
Al parecer, parte de la idea de la bodega submarina surgió por las noticias de botellas de vino halladas en barcos hundidos. Uno de los casos más conocidos es el de unas botellas de champagne de hace unos 200 años encontradas en un pecio hundido en el Mar Báltico. Un año y medio después del hallazgo, el Gobierno Aland decidió sacar las botellas a subasta. Supongo que, además de las botellas de champagne más antiguas, probablemente acabaron convirtiéndose en las más caras. ;)
La iniciativa está inspirada por la historia del mÃtico náufrago Robinson Crusoe, protagonista de la novela homónima creada por Daniel Defoe. Según los promotores de Crusoe Treasure,  «fue capaz de valorar el mar y sus riquezas, siendo probablemente, sin saberlo, el primer personaje ‘sostenible’ de la historia».
Saracho nos explicó que están analizando cómo afectan al vino embotellado factores como la temperatura, el movimiento del mar y las condiciones de luz. Es posible que algunos sectores de la enologÃa más ortodoxa miren la iniciativa con cierto recelo. En cualquier caso,  Saracho nos contó que han contado con la ayuda de un reputado enólogo, quien se mostró gratamente sorprendido por el resultado.
Comenzaron probando a sumergir vinos de diferentes bodegas. Pero en este momento están embotellando y comercializando con su propia etiqueta el vino proveniente de una bodega en concreto. Incluso han recibido un premio por el empaquetado de las botellas. También están haciendo pruebas con diferentes licores. Whisky y ron, si mal no recuerdo.
En Plentzia cabe la posibilidad de hacer una cata que incluye una visita en lancha a la zona donde están sumergidas las botellas. Y si se tiene la titulación necesaria, se puede hacer una inmersión de buceo.
Lo que a mà más me apasiona es la parte romántica del proyecto. El hecho de poder poner sobre la mesa una botella que ha estado «atesorada»  durante varios meses bajo el mar, con restos de los moluscos que se le han ido acoplando. Paradójicamente, la legalidad en materia de Sanidad les obliga a limpiar las botellas. A mi juicio, esto hace que pierdan uno de sus principales atractivos.
No sé, la verdad es que la idea me atrae bastante. Sin embargo, su público objetivo principal es el mercado de lujo. Y no es de extrañar, porque las botellas se están comercializando en Rusia y China, entre otros paÃses, a un precio de cerca de 200 € la unidad.
Desconozco si este sistema varÃa de forma considerable la sensación que un buen vino puede causar en mi paladar. Lo único que sé es que el vino que probamos en el puerto de Plentzia me supo a gloria. Y debo confesar que como acción innovadora y estrategia de marca me parece una genialidad, que habrá que acompañar con otras artes para llevar a buen puerto.
Precio:Â
- El precio por botella ronda los 200 €.
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