Con motivo de su 125 aniversario, la destilerÃa de whisky escocés de malta Glenfiddich ha propuesto varias acciones para reinventar su imagen de marca, protagonizada por un ciervo. Y lo ha hecho de forma abierta y participativa. Varios usuarios de Facebook han enviado sus trabajos a través de la red social, mientras que los alumnos del Centro Superior de Diseños IED de Madrid han elaborado unas esculturas que se podrán ver, desde hoy mismo y  hasta el próximo domingo, en una exposición pop-up de la GalerÃa Libertad de Madrid.
También han tenido en cuenta la creatividad de los bloggers. A través de la plataforma Blog on Brands, nos han propuesto probar su producto para que escribamos lo que nos inspira. Nada más recibir la notificación informándome que habÃa sido aceptada, me vino a la cabeza una historia que me contó Tokitan hace un par de años, mientras paseábamos por el amurallado Monte Urgull de Donostia.
En este monte se encuentra el Castillo de la Mota, que preside la capital donostiarra coronado por una imagen de Jesús (esa que recuerda a la de RÃo de Janeiro, pero en pequeño). Es un lugar mágico, repleto de caminos que conducen a inesperados recovecos. Uno de los lugares más especiales es, sin duda, el conocido como Cementerio de los Ingleses.
Según cuenta la leyenda, y recoge el periodista y escritor MartÃn Anso en su libro «Ele zahar, ele berri«, durante las noches del 31 de agosto se aparece en las inmediaciones de este singular cementerio la imagen de un sargento escocés, precedida por la melodÃa de unas gaitas. Al parecer, se trata del fantasma de un general escocés que participó en el sitio de Donostia en 1813, durante la ocupación de las tropas napoleónicas.
Las tropas anglo-portuguesas sitiaron la ciudad, bajo el mando de Sir Thomas Graham y del generalÃsimo Duque de Wellington. El 31 de agosto de ese mismo año acometieron el asalto definitivo, a través de una brecha abierta en las murallas (que dio nombre al actual mercado de La Bretxa). Los soldados anglo-portugueses incendiaron lo que hoy es la Parte Vieja, del que solo se salvaron algunos edificios. De ahà el nombre de la Calle 31 de Agosto.
Al parecer, el general escocés se vio involucrado en una trágica historia de amor y muerte, asesinando sin darse cuenta a su amada durante el saqueo, y avanzando a pecho descubierto contra el enemigo, hasta que fue aniquilado por los franceses. Es su alma en pena la que deambula de noche en esta fecha, tan señalada para los donostiarras.
Al recibir la botella de whisky de malta de 12 años no dudé en acercarme al Cementerio de los Ingleses en el que, curiosamente, no yacen los cuerpos de los soldados ingleses fallecidos en 1813. En las inscripciones de las lápidas se pueden leer aún los nombres de los allà enterrados.
Una de las tumbas más destacadas es las del teniente Oliver de Lancey, y la otra la de William I.M. Tupper, coronel del VI regimiento escocés. Ambos participaron como voluntarios de la Legión Británica durante las Guerras Carlistas y cayeron muertos repeliendo el ataque de los carlistas sobre la ciudad.
Al llegar a casa me servà medio dedo de whisky on the rocks, y dejé que se derritieran los hielos para que se aguara, pues he de admitir que no soy muy dada a espirituosas de este calibre. Y mezclarlo con algún refresco hubiera sido un delito, que en casa tampoco me hubieran permitido… ;)
Solo con olerlo fue suficiente para trasladarme momentáneamente a las Highlands, a la misma época en la que debió vivir el fantasma escocés que hoy mora en la noche donostiarra. Aunque solo se aparece una vez al año, este verano se cumple el primer centenario de su muerte, asà que no sé si me pasaré por allà el próximo 31 de agosto…
[16-04-2013] El restaurante ha cerrado sus puertas.
El restaurante Azken Muga está situado en la Calle San Francisco de Donostia-San Sebastián. Su nombre, en euskara, significa «Ãšltima Frontera», y se presenta como el rincón del viajero.
Tras la cafeterÃa, se esconde un amplio comedor que más bien parece un museo del viajero. Entre los objetos decorativos que rodean las mesas podemos encontrar todo tipo adornos étnicos traÃdos desde muchÃsimos destinos remotos, con especial presencia de distintivos procedentes del TÃbet, además de otros paÃses y regiones.
La entrada del bar la preside una especie de maqueta con los catorce ochomiles y los nombres de los montañeros vascos que los han coronado, y sobre la barra cuelgan los retratos de grandes viajeros como Shackleton y el Doctor Livingstone.
Se trata de un restaurante sencillo en lo que al menú se refiere. A decir verdad, se agradecerÃa un poco más de esmero entre fogones, porque el ambiente y lo acogedor del lugar lo merece. La carta consta de ocho platos, además de algunos entrantes, cada uno con el nombre que hace referencia al paÃs de inspiración culinaria: Samarkanda, Rajastán, AmazonÃa, Machu Pichu, Kilimanjaro, Kathmandu, Estambul y Marrakech.
Son una especie de platos combinados con leves pinceladas, no muy destacadas, de las diferentes culturas gastronómicas que representan. Los precios oscilan entre 13,50 y 17,50 euros y casi todos van acompañados de ensalada o patatas fritas.
Nosotros nos decantamos por los platos Rajastán y Samarkanda (este último ya os lo detallaré más adelante). El primero, que es el que nos ocupa, se constituye de un muslo de pollo asado con curry de sabor suave, sobre arroz basmati blanco de Punjab, y verduritas fritas al estilo Jaipur.
Precio:
- 16,50 €
Ingredientes:
- Muslo de pollo
- Arroz basmati blanco
- Salsa de curry suave
Recetas:
Qué nos cuenta la Wikipedia:
Recuerdo que hace exactamente un año me tocó viajar a Madrid el DÃa de Reyes por motivos de trabajo. Me alojé en el barrio de Chamberày nada más entrar en la habitación me entró una infantil morriña navideña. QuerÃa comer Rosco de Reyes, aunque fuera sin compañÃa y en una frÃa habitación de hotel.
Salà a la calle en busca de una pequeña ración. Hubiera sido absurdo comprar un roscón de tamaño familiar ya que, una de dos, o morÃa por empacho o hubiera tenido que deshacerme de gran parte del rosco… Me recorrà todas las pastelerÃas que pude encontrar en las calles adyacentes al hotel. Para mi disgusto, en ninguna de ellas vendÃan roscos pequeños. Ni siquiera un pedazo de los roscos más grandes. Debà darle tanta pena a la persona que atendÃa en una de las reposterÃas que, finalmente, me regaló una pequeña pieza que pude comer en mi habitación. Me salvó el dÃa.
Pues bien, este año toca celebrar el DÃa de Reyes en casa. Y como me he acordado de lo mal que lo pasé el pasado año en Madrid, he decidido salir a las calles de Donostia a buscar un mini-rosco. Curiosamente hoy sà he encontrado roscos individuales en varias pastelerÃas, pero me he decantado por esta de la PanaderÃa Arakistain de la Calle Easo.
En la elección han influido los consejos de mi madre. Resulta que cuando era pequeña y mis abuelos la traÃan a la Bella Easo, solÃan comprarle un bollo de leche en esta panaderÃa que se encuentra  al lado de la estación ferroviaria de Euskotren, coloquialmente conocido como «El Topo«.  Asà que la panaderÃa debe tener unos cuantos años.
Me ha recibido su actual dueño, Andoni Plazaola, y me ha explicado que hace cerca de cuatro años tomó las riendas de la panaderÃa.  La especialidad de Arakistain es, por encima de todo, el pan que cuecen en el horno artesano de la trastienda. «Aunque también hacemos algunos dulces, no somos una pastelerÃa», me ha comentado. Podemos encontrar de todas las variedades: baguettes, barras, de molde, dulce, de cereales… Pero sin duda ninguna, el que más éxito tiene es el «pan normal», que en Donostia se conoce simplemente como «Pan Arakistain».
He intentado ahondar en su historia buscando en internet. Pero no tiene sitio web, y desafortunadamente no hay ninguna información sobre esta tradicional panaderÃa. Asà que, aquà va mi pequeña aportación.
Solo durante los dÃas próximos al 6 de enero podemos encontrar unos Rosquitos de Reyes de tamaño razonable para una persona. Los tienen sin relleno, y también de nata y crema. Para hacerse una idea, su tamaño es más o menos el triple de un Donuts industrial. Un rosco de ración que puede alimentar nuestra morriña navideña durante el desayuno, la comida y la cena.
La única pega: El haba te toca seguro.
Precio:Â
- Con relleno (nata o crema): 5,50 €
- Sin relleno: 3 €
Ingredientes:Â
- Harina de trigo
- Levadura fresca
- Huevo
- Leche
- Azúcar
- Mantequilla
- Agua de azahar
- Granillo de azúcar
- Fruta escarchada
- Nata (opcional)
- Crema (opcional)
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