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A bordo del Haizape II

A bordo del Haizape II

Le estoy cogiendo el gusto a esto de salir a navegar en el Haizape II, el velero de mi suegro.

Después de haberlo tenido atracado durante demasiado tiempo. Una limpieza a fondo: carenado, extracción de mejillones, una buena mano de pintura antifouling en el casco para que la cosa vaya rodada y ¡¡a la mar!!

A la caña

Alberto, que así se llama mi suegro, es un apasionado del mar y todo lo relacionado con este. Ha cruzado el Canal de la Mancha 7 veces, ha dado la vuelta a la península, cruzado el atlántico a vela, etc. Sin contar con que desde hace unos 8 años él, Haritz aka Tokitan y varios amigos más, salen todos los veranos a navegar por diferentes países. Turquía, Grecia, Inglaterra, Bretaña, Sicilia, Cerdeña,…

Winche y escota

Hace unas semanas nos preparamos unos buenos bocatas para almorzar y nos desplazamos hasta el puerto deportivo de Hondarribia donde tenemos el Haizape II atracado ( véase que he dicho «tenemos», una es rápida para según que cosas ;) )

La mañana se presentaba un poco gris pero la temperatura era muy agradable. Lo cual ayuda, dado que en el mar siempre hace más fresco y el airecillo despista.

Faro de Higuer

Fue un paseo de un par de horas muy agradable en el que aprovechamos para echar un aparejo a ver si teníamos suerte y picaba algo para la cena. La primera vez que navegué en el Haizape II pesqué un lampo bastante grandecito, pero esta vez la suerte no nos acompañó.

Aparejos

No éramos los únicos que decidimos salir a navegar esa mañana. Al poco de partir del puerto, y superada la bocana del río Bidasoa, Haritz se asomó de pronto por la borda mirando a otro velerito que se cruzaba en dirección opuesta. Al parecer, identificó a otro bloguero que se llama Fernando y que alimenta una bitácora llamada «Más allá del horizonte«. Pese a que aquel día el viento apenas soplaba, en nuestro periplo nos cruzamos con otros veleros.

Veleros a la mar

A la vuelta mis grumetillos me dejaron gobernar un poco ;) . Me pongo pelín nerviosa cuando veo que otros barcos, lanchas, veleros, botes, o boyas se acercan. Siempre pienso que no me va a dar tiempo a virar y que al final podría liarla parda. Así que mantengo mis ojos fijos en «la bola que flota» que es como la llamo yo (o compás, que es como realmente se llama), y procuro mantenerme dentro de las dos rayitas que marcan la buena dirección.

Comandando el Haizape II

Cuando llegamos a puerto el sol brillaba. Me dio un poco de pena tener que atracar, hubiera alargado más la mañana y tal vez aprovechado para comer allí, ¡¡planazo!!. Pero esta vez no pudo ser. Aunque el Haizape II siempre estará esperando.

Puerto de Hondarribia

     
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